El dragón bombero

Un dragón echa fuego pero se acaba por convertir en bombero

Había una vez un dragón que vivía en un bosque cerca de una aldea. Los habitantes de la aldea no se acercaban nunca a él porque le temían, se lo imaginaban enorme y echando siempre fuego por la boca.

Pero en realidad este dragón era muy simpático y bueno, y tenía un único sueño: llegar a ser bombero. Lo que no sabía es que ese sueño un día no muy lejano se iba a hacer realidad.

Ocurrió un invierno de mucho frío, en el que todas las estufas y calefacciones de la aldea cercana a su bosque se estropearon. Y a  sus habitantes se les ocurrió acudir al dragón para ver si les podía ayudar con sus llamas a encender las chimeneas de las casas, para que hubiera lumbre y calor.

Y el dragón contento así lo hizo y fue de una en una por todas las casas de la aldea echando una llamarada a las chimeneas que estaban ya preparadas con troncos y hojas viejas. Y gracias a la ayuda del dragón, en la aldea pasaron el invierno calentitos.

Como agradecimiento le dijeron que pidiera el deseo que quisiera, pues se lo iban a conceder. Y él les dijo -“Quiero ser bombero en vuestra aldea”-, y al principio se rieron -“¡Cómo iba a ser bombero un animal que provocaba el fuego!”-.

Pero sí le nombraron bombero porque en realidad los bomberos tienen muchas tareas, además de extinguir fuegos.

El dragón se convirtió en el bombero que asustaba a los zorros cuando se acercaban a comer las gallinas de la aldea y en verano era el encargado de ¡hacer fogatas en la noche de San Juan! Y aunque para estas tareas no necesitaba el casco de bombero, él siempre se lo ponía, para que todo el mundo supiera ¡qué era un dragón bombero!

Ilustración: Ana del Arenal
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El cumpleaños del pulpo

Cuento de un pulpo y sus amigos los peces el día de su cumpleaños
Dibujo: Ana del Arenal

Hoy es un gran día en el mar, el agua está especialmente salada y los peces andan como locos porque es el cumpleaños del pulpo. Es el cumpleaños que más gusta sobre todo porque hay un momento en el que los invitados pueden montarse en los 8 enormes tentáculos del pulpo y este empieza a dar vueltas como si fuera una barraca. “¡Yujuuuu!”, gritan todos los animales del mar mientras se marean con las vueltas que les da el pulpo. Y se agarran fuerte a sus tentáculos para no caerse.

Sin embargo, para el pulpo el mejor momento de su cumpleaños es cuando toca abrir los regalos. Y hoy ya ha abierto el primero y son unos calcetines, “¡qué bien para el invierno que el agua está muy fría!”. Después abre el segundo y son otros calcetines, “¡vaya así ya tengo unos de repuesto!”. Y cuando coge el tercer regalo resulta que también son unos calcetines, “¡uy qué voy a hacer con tanto calcetín!...”, suspira mientras piensa que no le han hecho tanta ilusión los regalos.

Menos mal que en lugar de entristecerse por tener todos los regalos iguales ha decidido darles otro uso. Para ello, ata los calcetines unos con otros y los convierte en una enorme cuerda con la que saltar a la comba ¡y qué bien se lo pasan todos los animales saltando a la comba! Tanto que el pulpo decide dejar los calcetines atados para siempre, para poder jugar mientras piensa que ¡tiene que ir a una tienda a comprar calcetines! ¡Qué no tiene y los necesita para estar calentito durante el invierno que el agua está muy fría!


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De visita al zoo


Los niños Tina y Leo visitan el zoo
Dibujo: Ana del Arenal
¡Por fin ha llegado el día! Tina y Leo están muy emocionados porque se van de excursión con todos sus compañeros de clase. Durante toda la semana les han explicado que van a ver animales de diferentes lugares del mundo.

Así que esta mañana han tomado un buen desayuno y han preparado sus mochilas con bocadillos y fruta y han cogido el autobús. Pero en lugar de ir al cole… han llegado al zoo. Tomás, su profesor, les ha dicho que se den la mano por parejas y que no se separen de él.

Primero han visto a los monos. ¡No paraban quietos! Jugaban, saltaban… Después han hecho una visita a las focas. ¡Qué graciosas eran con sus enormes bigotes! Tomás les ha repartido pequeños peces para que pudieran darles de comer. También han estado muy cerca de dos enormes jirafas y de una familia de dromedarios. Después se han sentado todos en la hierba a comer sus bocadillos.

Ya de vuelta, mamá y papá les esperaban en la parada del autobús.

“¡Nos ha gustado mucho el zoo!”, han gritado Tina y Leo al verles. Entonces mamá y papá les han dado un paquete de regalo a cada uno. “Tenemos una sorpresa para vosotros”, ha dicho mamá. Tina y Leo han abierto sus paquetes. ¡Libros de animales! “Así podréis volver a ver cuando queráis los animales que habéis conocido esta mañana”, ha explicado mamá.

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El caballo aventurero



Un caballo que vive en una granja se escapa al bosque
En la cuadra de una granja vivía un caballo al que todos los días cepillaban, preparaban pienso y cantaban canciones dulces para dormir. 

Un día de sol este feliz caballo se distrajo persiguiendo una mariposa multicolor, que le llevó hasta un frondoso bosque, lejos de su cuadra.

Cuando se dio cuenta de dónde estaba, el caballo se preocupó porque no sabía regresar. Pero en ese momento apareció un gracioso cervatillo que le preguntó si le podía ayudar.

Cuando le contó que era un caballo perdido, el cervatillo le invitó a ir con él. El caballo relinchó y los dos juntos empezaron a caminar. A partir de ahí, para el caballo todo fueron sorpresas.

El cervatillo vivía con muchos animales pero eran todos como él.

“Es mi manada”, le explicó el cervatillo “vivimos todos juntos y nos cuidamos”.

 “Yo en la granja también vivo con animales, pero son diferentes a mí”, respondió el caballo mientras preguntaba dónde estaba el pienso para comer.

“Aquí comemos hierba fresca, esta misma que estamos pisando” le dijo riendo el cervatillo.

¡Qué buena estaba! Después de disfrutar comiendo hierba fresca, se bañaron en el río y galoparon por el bosque hasta que se agotaron tanto que se fueron a dormir a la cueva del cervatillo. “Esto no se parece en nada a mi cuadra” pensó el caballo.

Al día siguiente, era ya momento de regresar a la granja, pero al caballo le daba mucha pena ¡le había gustado tanto estar con el cervatillo! Así que decidió que todos los sábados se acercaría al bosque para estar con él.

Y para avisar al granjero de esta genial idea, el cervatillo y el caballo prepararon un cartel que decía “Hoy es sábado y me he ido de excursión al bosque. Regreso mañana”.

Y el primer sábado que el caballo fue al bosque, al granjero le encantó la idea, tanto que de vez en cuando le decía que llevará también al gallo o a la vaca a jugar al bosque con los cervatillos. 

Ilustración: Ana del Arenal

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