Tina y Leo, grandes músicos

Cómo divertirse con niños en casa un día de lluvia
Lleva toda la tarde lloviendo y Tina y Leo están muy aburridos en casa. Han hecho varios puzzles, han pintado un dibujo… pero parece que la lluvia no parará nunca. También Atila, el perro, parece aburrido y está en su cesta, sin ganas de jugar con los mellizos.

Papá se ha dado cuenta de la situación y ha tenido una idea. “¿Qué os parece si hacemos una orquesta casera?”. Tina y Leo no saben lo que es una orquesta, pero la idea ha sonado interesante.
“Una orquesta es un grupo de personas que tocan diferentes instrumentos”, ha explicado papá. “Además, nosotros vamos a fabricar nuestros propios instrumentos”.

Mamá ha traído varias cucharas. Ha vaciado la botella de zumo en dos vasos, uno para Tina y otro para Leo, y la ha dejado sobre la mesa. Luego ha cogido el bote del cacao del desayuno. “¡Creo que ya tenemos todo lo necesario!”.

Tina y Leo miraban a papá y mamá sin entender nada. Papá le ha dado a Tina la botella de zumo y una de las cucharas. “Ahora, Tina, golpea suavemente la cuchara contra la botella de cristal. Verás qué sonido tan bonito”.

¡Tiiiin! ¡Tiiiin!

“Ahora tu turno, Leo. Tú tocarás el tambor. Coge el bote de cacao, y golpéalo con estas dos cucharas”.

¡Pom, pom, popopom!

          - Muy bien, ha continuado papá. Yo tocaré mi vieja armónica y mamá cantará. ¿Con qué canción comenzamos?
          - ¡Con “cucú cantaba la rana”!, Leo ha pedido rápidamente su canción favorita.
          - Vamos allá. ¡Una, dos y tres!

“Cucú, cantaba la rana…”.

Ilustración: Ana del Arenal

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Estego el dinosaurio

Cuento infantil de dinosaurios


Estego era un dinosaurio, un estegosaurio que vivía en la selva con el resto de animales. Era amigo de todos ellos y era mucho más grande.

A los animales les gustaba ir a la guarida de Estego a jugar, y se reían y divertían hasta que anochecía y cada uno regresaba a su cueva, árbol o madriguera.

Pero a veces no era tan divertido jugar con Estego, porque cuando perdía en algún juego se enfadaba y gritaba muy alto y asustaba a sus amigos los animales. Y la verdad es que empezaban a estar ya un poco hartos de que Estego se enfadara tanto.

Entonces decidieron dejarle ganar en todos los juegos. Y así se convirtió en el primero en las carreras, el primero en llegar al río, en subir a un árbol y en esconderse.

Lo que pasó es que poco a poco los animales dejaron de jugar con él, porque no era tan divertido, faltaba la emoción de saber quién iba a ganar en cada juego, ¡siempre le dejaban ganar a Estego! Y hasta el mismo Estego se aburría. ¡Ya no quería seguir ganando siempre, aunque no quería perder tampoco!

Así que tomó la decisión de ser árbitro en los juegos. Así no iba a ganar ni a perder, y podría dedicarse a poner un poco de orden en los juegos. ¡Qué buena idea!, pensaron los animales. ¡Nunca habían tenido un árbitro! ¡Y además Estego sabía silbar muy fuerte! ¡Y con lo grande que era iba a poder ver muy bien a todos los animales mientras jugaban!

Ilustración: Ana del Arenal
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