El grillo Grillín



Cuento sobre un grillo cantarín y sus amigos

En una estupenda pradera vivía un grillo que se llamaba el Grillo Grillín. Era muy grande y estaba llena de verde hierba y pequeñas flores de distintos colores. En la misma pradera vivían sus amigos los escarabajos, las hormigas, las mariquitas y las libélulas. Cuando hacía buen tiempo y salía el sol, Grillín cantaba con inmensa alegría para celebrar que tenía un día estupendo por delante. Cuando sus amigos se levantaban y oían a Grillín cantar, aguzaban el oído para ver si localizaban dónde estaba. “¡Está allí! ¡en esa dirección!", decía la hormiguita, y avisaba a todos para ir a ver al grillo. Cuando llegaban donde Grillín, este se alegraba mucho y empezaba a cantar sus mejores canciones, y todos los amigos se ponían a bailar juntos el baile del grillo.

-“cri-cri, CRI-CRI…cri-cri, CRI-CRI…”

Hubo, entonces, unos días de mal tiempo, con muchas nubes en el cielo y lluvias persistentes. Cuando los habitantes de la pradera se levantaban esos días, no oían cantar al grillo y se preguntaban. ¿Qué vamos a hacer hoy, sin bailar el baile del grillo? Como no canta, no podemos saber dónde está, ni si está bien. ¿Qué le habrá pasado a nuestro amigo Grillín?".

Pasaron muchos días malos sin saber de Grillín, hasta que un día, por fin, amaneció con sol. Las primeras que se despertaron fueron las tres hermanas mariquitas. La más pequeña de las tres se asomó a la gran pradera y escuchó un suave y lejano cántico. Muy contenta, avisó rápidamente a sus hermanas para que salieran y se pusieron a buscar a los demás. “CORRED, CORRED, vamos a buscar a Grillín, que ha salido el sol". Después de recorrer un largo camino en dirección a los cánticos se encontraron con el grillo. “¡Qué alegría veros otra vez amigos!",  exclamó Grillín, muy excitado. Entonces, se puso a cantar muy alto “cri-cri, CRI-CRI…cri-cri, CRI-CRI…” y se puso a bailar con sus amigos el baile del grillo. Y así, celebraron otra vez que estaban todos juntos disfrutando del día. 

Con la colaboración de Carlos Teijeira

Ilustración: Ana del Arenal
Lee cuando quieras este cuento infantil de un grillo

Tina y Leo en el parque de atracciones

Un día en el parque de atracciones con los niños

Tina y Leo casi no podían parar quietos en el asiento del coche… ¡iban a pasar la tarde en el parque de atracciones! En cuanto han entrado, se han puesto a correr el todas las direcciones para elegir las ferias en las que iban a subir. Papá y mamá los han juntado: “No os preocupéis que tenemos tiempo, podréis probar todas las atracciones que queráis. Pero no os separéis de nosotros, no os vayáis a perder como le pasó a Leo en el supermercado”.
          - ¡Quiero subir en el tren mágico!, ha pedido Leo
          - Está bien, ha dicho papá. Elegiréis por turnos las atracciones en las que subís.
Han empezado por el tren mágico. ¡Qué divertido! Un payaso les ha hecho reír, un fantasma les ha asustado, un oso les ha regalado un globo… ¡vaya viaje más emocionante!
De ahí se han marchado a la noria, la atracción que ha elegido Tina. Arriba y abajo, arriba y abajo, han dado una y mil vueltas. Cada vez que estaban arriba, saludaban a papá y mamá con la mano.
Después han hecho cola para el carrusel de caballitos, más tarde han saltado en las camas elásticas. ¡Qué divertido era todo! Papá y mamá les han hecho muchísimas fotos.
Así han pasado la tarde, de feria en feria, hasta que ha llegado la hora de regresar a casa. Tina y Leo no querían marcharse. “Es muy tarde, ¡casi la hora de la cena!”, les ha dicho Papá. “Mañana podemos ver todas las fotos que hemos hecho. ¡Seguro que os encanta volver a ver las ferias!”.

Ilustración: Ana del Arenal

Imprime este cuento

La gallina superhéroe

Cuento sobre un lobo y su amistad con las gallinas


En un tranquilo gallinero de una granja sureña vivían unas cuantas gallinas que pasaban el tiempo poniendo hermosos huevos y comiendo grano. En su día a día tenían pocas novedades y mucha calma. En ocasiones les visitaba el gallo, otros días el granjero y alguna vez el perro pastor les ladraba para asustarlas y divertirse un rato.

Pero una noche de verano, su vida cambió. Una de las gallinas salió a pasear y picotear el grano sobrante de la mañana. Y mientras disfrutaba del aire fresco, oyó un ruido extraño. Se giró, y vio unos enormes ojos que le observaban.

-¡Es un zorro!- gritó.

Y aterrorizada fue en busca de ayuda. Contó asustada que había visto al zorro. Y la gallina mayor del gallinero decidió salir a comprobarlo.  Y, sí, allí estaba el zorro. Enfrente de ella, y con unos dientes enormes. Se acercó lentamente hacia él y empezó a dar vueltas a su alrededor, primero despacito y luego cada vez más rápido, más rápido y superrápido. Hasta que el zorro de seguirle con la mirada cayó al suelo mareado.

Al ver que ya no había peligro las otras gallinas salieron cacareando contentas.

-Eres nuestra gallina superhéroe, nos has salvado de ser comidas por el zorro.

Y tranquilas como cualquier noche de verano, se fueron a dormir. Hasta que el perro del granjero vino con ganas de jugar y empezó a ladrarles y a intentar arrancarles alguna pluma. Y entonces todas miraron de nuevo a la gallina mayor, quien se dispuso a salvarles y de un brinco se acercó al perro y empezó a darle picotazos hasta que huyó dolorido.

Al ver que ya no había peligro las gallinas salieron cacareando contentas.

-Eres nuestra gallina superhéroe, nos has salvado de ese desagradable perro.

Y por la mañana, como agradecimiento de tanto salvamento, con una pluma de cada una de ellas le tejieron una bonita capa en la que escribieron la letra S y la letra G de ¡SuperGallina!

Ilustración: Ana del Arenal

Lee cuando quieras este cuento infantil sobre una gallina


¡A llenar el carro de la compra!

(También disponible como audiocuento).
Historia sobre un día en el supermercado con los niños

Mamá ha metido a Tina y Leo en el carrito y han entrado al supermercado para hacer la compra semanal. Los dos mellizos disfrutan de lo lindo ayudando a escoger la fruta o metiendo los paquetes de comida en el carro.

Han comprado leche, yogures, manzanas, pasta de dientes, champú… Mamá les acerca con el carro a la estantería y les dice lo que tienen que coger. Así hasta que Tina ha tenido una idea:

- Mamá, ahora ya somos mayores. ¿Podemos salir del carrito e ir andando?
- Está bien. Pero no os separéis de mí.

Todo ha ido bien al principio. Aunque no llegaban a las estanterías más altas, Tina y Leo han ayudado a mamá a coger los productos que estaban en las estanterías de abajo.

Hasta que mamá ha ayudado a Tina a coger un paquete de papel higiénico. Mientras lo guardaban junto al resto de la compra… ¡Leo ha desaparecido!

- ¡Leo! ¡Leo!, llamaban Mamá y Tina mientras le buscaban por los diferentes pasillos. Pero Leo no aparecía.

Las dos estaban cada vez más preocupadas, hasta que se ha oído un mensaje a través de los altavoces: “Un niño de rizos llamado Leo ha perdido a su mamá y la está esperando en la entrada del supermercado”.

¡Menos mal! Mamá y Tina han ido corriendo a buscarle. Allí estaba el pobre Leo, un poco asustado. ¡Qué contento se ha puesto al verlas! “Pero Leo…¿no te dije que no te separaras de mí?”, ha preguntado mamá.

- Mamá, ¿y el carro?, ha preguntado ya más tranquilo.

- El carro!, ha exclamado mamá. Nos lo hemos olvidado. Vamos a ir a buscarlo ahora mismo… ¡pero esta vez iremos de la mano!

Ilustración: Ana del Arenal