El lobo glotón

Cuento de un lobo que comía dulces

Todos los lobos tienen fama de feroces. Pero nosotras conocemos un lobo muy simpático que estaba preocupado porque ningún animal se le acercara por miedo a ser devorado. Así que queriendo demostrar que él no era un lobo feroz, que no comía animales y que su comida preferida eran los dulces, montó una tienda a la que llamó “La despensa de caramelos del claro del bosque”.

En ella vendía  caramelos de hierbabuena, piruletas de piñones y chicles de musgo. Pero ningún animal se acercaba, porque le seguían temiendo. Entonces se puso una careta de caracol, para engañar a los animales que enseguida pensaron que era un caracol de verdad. Eso sí, un poco raro porque tenía orejas de lobo y una enorme y peluda cola. Pero como sus caramelos estaban muy ricos, los animales no dudaban en acercarse a su tienda.

-Soy un caracol del Polo Norte, un lugar donde nieva y  tenemos mucho pelo para protegernos del frío- explicaba el lobo con careta de caracol cuando veía que le miraban extrañados su cuerpo peludo.

Pero un día el conejo descubrió al lobo quitándose la careta de caracol, para poder comer más cómodamente una piruleta de piñones.

-¡Es el lobo!- contó al resto de los animales – pero no es el lobo feroz de los cuentos, este es un lobo glotón, a quien solo debemos temer ¡si tenemos un dulce en la mano porque si nos despistamos nos lo quita para comérselo él!

Y todos los animales rieron y fueron donde el lobo a decirle que no le hacía falta la careta de caracol y que si seguía cocinando esos dulces tan ricos los animales iban a seguir acercándose contentos a su tienda. 

Ilustración: Ana del Arenal
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¿Qué día es hoy?


Los mellizos aprenden el uso del calendario
Dibujo: Ana del Arenal
Leo ha sorprendido esta mañana a mamá con una pregunta: ¿Cuánto falta para la Navidad?
          - Todavía bastante, ha contestado mamá
          - ¿Pero cuánto es bastante?, ha preguntado Leo
Así que mamá le ha llevado a la cocina y le ha mostrado el calendario. “Mira Leo: hoy es lunes, en el calendario estamos aquí. Y tienen que pasar todos estos días antes de que llegue la Navidad”.
Leo se ha quedado un poco decepcionado y, al verlo, mamá le ha explicado que van a pasar muchas cosas divertidas antes de que llegue la Navidad y que no tiene que tener prisa porque pasen los días.
“Por ejemplo, este día es el cumpleaños de la abuela e iremos a su casa a comer todos juntos. Este otro día vais a ir de excursión con el cole a visitar una granja. Esta semana celebraremos las fiestas de la ciudad y Tina y tú podréis subir en las ferias”.
Leo se ha animado y mamá ha tenido una idea. “¡Vamos a poner un calendario en vuestra habitación! Así sabréis qué día de la semana es, si Tina y tú tenéis que ir al cole o no, y si os toca gimnasia por la tarde”.
Mamá ha llamado a Tina y los tres han colgado un calendario en el cuarto de los mellizos. Con unos rotuladores, han empezado a marcar todas las fechas importantes que les ha ido contando mamá. Leo se ha puesto muy contento… Aún falta mucho para la Navidad, ¡pero se ha dado cuenta de que enseguida llegará la fiesta de cumpleaños de su amigo Simón!



El pato Patolón


Cuento del pato que andaba en bicicleta

Érase una vez una granja donde vivía el pato Patolón. Además de él, en la granja, vivían otros animales: unas vacas, un perrito, unos cerdos y unas gallinas. El dueño de la granja se llamaba Godofredo y tenía un hijo llamado Fredito. A Fredito le encantaba andar en bicicleta y siempre la dejaba aparcada a la entrada de la granja. En ese momento, el pato Patolón aprovechaba para subirse en la bici de Fredito y darse una vuelta por la granja. 

Y cuando pasaba por las cuadras las vacas lo miraban sorprendidas, pensando si ellas también serían capaces de aprender a andar en bici. Los cerdos se tapaban los ojos con las pezuñas por miedo a verle estrellarse y el perrito ladraba. Así pasaban los días y el pato Patolón cada día andaba un rato en bici.


Un día Fredito invitó a todos sus amigos a merendar un chocolate a la granja. Llegaron todos con sus bicicletas y las dejaron aparcadas en la puerta de la casa.

Cuando el pato Patolón vio todas las bicis, tuvo una gran idea. “Voy a proponer a mis amigos los animales que se monten en las bicis y vengan a dar una vuelta conmigo por la granja. ¡Qué divertido!" 

Y fue a buscar a las vacas, los cerdos, el perrito y las gallinas y todos se montaron en las bicicletas. Al principio les costó un poco aprender, pero cuando empezaron a moverse todo era más fácil. Así, todos empezaron a seguir a Patolón por la granja dando gritos de alegría y riéndose. 

Cuando ya lo habían pasado muy bien y estaban un poco cansados dejaron las bicis en el mismo sitio donde las habían dejado Fredito y sus amigos. Entonces todos le dieron un abrazo enorme a Patolón por haberles enseñado a andar en bici, y se fueron muy contentos a sus cuadras en la granja.

¡Hasta la siguiente travesía en bici!- se despidió Patolón


Con la colaboración de Carlos Teijeira

Ilustración: Ana del Arenal

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