Coco era un cocodrilo verde y vago que se
pasaba los días en el lago. Cada día que pasaba se aburría más. Miraba con
envidia a la tortuga que vivía en la orilla de enfrente y que se ganaba la vida
transportando de un lado a otro del lago a conejos, caracoles y gusanos. La tortuga movía rápidamente su cola y
atravesaba a toda velocidad las aguas al tiempo que imitaba el ruido de un motor.
-Bruuuummmm
-Parece que la tortuga se divierte a pesar de
estar trabajando- pensaba el cocodrilo.
A él eso de trabajar no le parecía divertido.
Prefería aburrirse. Aunque significara estar siempre solo, sin amigos y sin
hablar ni reír con nadie.
Hasta una tarde llegó al lago una cocodrila
nueva. Coco enseguida se enamoró de ella y la quiso impresionar.
-Me pondré a trabajar, haré amigos y ella
también querrá ser amiga mía.
Y empezó a transportar animales de un lado a
otro del lago. Acordó con la tortuga que él lo haría los días de lluvia. Así los animales estarían a cubierto en su
enorme boca y los días de sol él descansaría. ¡Y descubrió que sí era divertido
trabajar sobre todo porque se hizo un montón de amigos que le contaban historias
geniales! Y además, la cocodrila nueva se acercó a él para que le explicara cómo se podía trabajar en ese
lago y para que le presentara a sus amigos.
Y acabaron por enamorarse. Y Coco el cocodrilo
continuó divirtiéndose y olvidó la época en la que le gustaba aburrirse y no
trabajar.
Ilustración: Ana del Arenal